Traté de acercarme a ella, pero me esquivó, sin siquiera mirarme. A mis hermanos tampoco los miró, pero esto, en vez de alegrarme, me dió pena. Creo que fue la primera vez que guardé un sentimiento como de tristeza, digo que era esto porque no sabía todavía cómo llamarle a lo que sentía. Hacía unos días mamá me contó que ya había cumplido mis tres meses de vida.

Una bocina sonó afuera, mamá trepó rapidísimo a la ventana. En eso veo a Camila abrir la puerta del frente y decir: “¡Hola! ¿Cómo están?, ya lo voy a traer ¿si?”.

No sé a quién o qué se refería y tampoco pude enterarme, porque mamá vino corriendo y me tomó por el lomo, llevándome de ahí, hacia la habitación. Nos escondimos debajo de la cama agazapados. Oí a Camila ir y venir por la casa, llamando a mamá por su nombre: “Kity, Kity, Kity”

Nunca antes la había visto tan nerviosa, qué digo nerviosa, estaba aterrada, me abrazaba con fuerza, casi no me dejaba respirar. Estuvimos así un largo rato, Camila gritaba cada vez más fuerte, también la sentía un tanto nerviosa. En eso oigo que entró a la habitación, encendió las luces y abrió la puerta del armario, también los cajones, corrió las sillas, se agachó a mirar debajo del escritorio de la computadora, creo que así se llamaba esa cosa, porque varias veces la escuché a Camila nombrarla de esa forma, era su lugar preferido de la casa, ya que pasaba mucho tiempo allí, escribiendo para el "Mundial de escritura", solía decirle a su madre, cuando esta le reprochaba: -¿Camila, qué haces otra vez ahí? Ojalá te pagaran por esto.

En ese momento en que estaba recordando estas cosas, Camila levantó la manta que cubría la cama y llegaba casi hasta el piso, desde donde nosotros estábamos observando sus movimientos y exclamó: -Ahí estaban picarones, los encontré. Menos mal que la señora que está esperando afuera parece buena onda, sino ya se hubiera ido, de tanto que la hice esperar buscándolos.

Mamá me abrazó con fuerza, no quería soltarme. Camila nos separó, tomándome con sus dos manos. Fue entonces, que escuché por última vez a mamá con mis orejas y no con mi pensamiento. Me dijo que me amaba. Fue entonces también, la última vez que vi sus hermosos ojos amarillos verdosos, porque Camila me condujo hacia la puerta del frente y yo aunque la había arañado un poco, ella me tranquilizó con sus masajes, no pude evitar el sosiego y la resignación.

Me tomaron unas manos desconocidas, similares a las de Camila. No me sentí aterrado, el miedo fue pasando, el aura de esta mujer me hizo sentir mejor, me sentí cómodo en sus brazos, a pesar de todo, a pesar de que mamá apareció por la ventana y desde allí me miraba por última vez.

Me subió con ella a un extraño vehículo, se sentó y me puso en su regazo, cerró la puerta y también fue la última vez que vi a Camila, menos mal, nunca terminó de caerme bien a excepción de sus masajes relajantes. Ahí en ese vehículo vi por primera vez al amor de mi vida, al humano que hoy domino, mi humano, el que me acaricia con ternura, me compra la mejor de las comidas y limpia mis suciedades sin importar donde las haga. Dentro de todo, la despedida no fue tan dolorosa, solamente ruego que mis hermanitos corrieran con la misma suerte.

POR NADIA NOELIA SOSA 

Homenaje a nuestros peludos en su día...

29 DE ABRIL DIA DEL ANIMAL 

El "Día del animal" se celebra en la Argentina todos los 29 de abril en conmemoración del fallecimiento de Ignacio Lucas Albarracín, un

abogado que fue el gran pionero en el país en la lucha por los derechos de los animales. 

Albarracín nació en Córdoba capital el 31 de julio de 1850 y tras obtener su título de grado, decidió dedicar su vida a la defensa de los animales. Opinaba que aunque estos tuviesen un nivel de raciocinio inferior respecto del hombre, no se debía martirizarlos ni castigarlos.

Fue secretario de la Sociedad Argentina Protectora de los Animales desde su inicio (1879) y sucedió a Domingo Faustino Sarmiento en su presidencia, en el año 1885. Desde allí fue un precursor en la lucha contra las riñas de gallos, la doma de potros, corridas de toros y tiro a la paloma.